El Nacional de Oklahoma

October 4, 2018

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Hoy, desde la periferia del municipio enclavado en el desierto, impera una aparen- te calma. La colonia Anapra está ubicada en el noroeste de Juárez, y es conocida por la precariedad en que viven sus habitantes y su cercanía con la frontera con Estados Unidos. Es un páramo de arena y hierbas que se extiende por varios kilómetros, y por don- de cruzan, del lado estadouni- dense, las vías del tren. Al entrar en el sector de calles de terracería y pendien- tes elevadas se avistan las uni- dades de la Patrulla Fronteri- za de Estados Unidos, vigilan- tes desde lo alto de las colinas al otro lado del cerco. Mar- cos Almanza mira indiferente hacia el horizonte, a la ciudad estadounidense de Sunland Park, en Nuevo México, y dice que aquí su vida es tranquila. Apenas a una metros del patio de su casa, delimita- do por una cerca hechiza de maderas y tubos, se erige una valla metálica de poco más de cinco metros de altura que marca el punto en que se unen México y Estados Unidos. La valla, una estructura metálica cuya construcción se detuvo en octubre del año pasado y fue reanudada en días recientes, sustituye a la cerca de alambre que dividía a las dos naciones desde hacía más de 20 años. Mientras Marcos dice que en ese punto de Juárez es común ver migrantes tra- tando de cruzar la frontera, sobre todo durante las noches y auxiliados por los locales que disponen una escalera para PANORAMA. Fotografía del 16 de septiembre de 2018, que muestra una zona de la colonia Anapra. EN LA PERIFERIA DE CIUDAD JUÁREZ, UN PRECARIO OASIS DE CALMA EN EL DESIERTO este fin, tras él salen curiosos un par de niños a investigar la llegada de visitantes externos. "Es muy tranquilo aquí, siempre está tranquilo", ase- gura Marcos, quien habita en la vivienda más cercana a la valla metálica desde hace un año. "Antes también vivía aquí, pero más arriba", dice mientras apunta en sentido opuesto a la frontera. Aunque este sector de la ciudad, por su lejanía del cen- tro de población, es identifi- cado como un punto proclive al cruce ilegal de personas, el municipio de Juárez no es uno de los más transitados por los migrantes. De acuerdo con datos de la Unidad de Políti- ca Migratoria de la Secretaría de Gobernación del Gobier- no federal, Chihuahua ocupa apenas el cuarto lugar de entre los cinco estados con Puntos Oficiales de Repatriación -el sexto es el Aeropuerto Inter- nacional de Ciudad de Méxi- co-, con los municipios de Juárez y Ojinaga. Según las cifras oficia- les, durante este año han sido repatriadas por Chihua- hua 8.005 personas, frente a 21.154 por Sonora, 39.265 por Baja California y 39.574 por Tamaulipas. Por su par- te, Ciudad de México recibió 8.186 repatriados hasta julio. No obstante, el municipio de Juárez figura entre aque- llos con mayor número de repatriaciones, con un pro- medio mensual de 1.107, con un repunte desde marzo. Por su parte, la Direc- ción de Derechos Humanos y Migración, una instancia del Gobierno Municipal de Juárez con apenas dos años de creación, ha reportado un incremento en el número de migrantes repatriados aten- didos en sus oficinas durante los últimos meses. De acuer- do con datos de la Dirección, en enero fueron recibidas 136 personas, 200 en febrero, 374 en marzo, 504 en abril, 798 en mayo, 909 en junio y 1.061 en julio. El dato más reciente indica que pocos días antes de concluir agos- to, la Dirección, que duran- te 2018 ha otorgado vales de transporte y kits de aseo personal financiados con 4,5 millones de pesos (239.234 dólares) del Fondo de Apo- yo a Migrantes (FAM), había atendido a 814 personas deportadas: 4.796 en total durante el presente año. "Abraham", otro de los locales, relata que ha vivido en las inmediaciones de la frontera desde hace más de 12 años, auxiliando a su abue- la con la tienda de abarrotes que posee en Anapra. Vive con su abuela y sus hijos, y dice que para estos es común jugar al lado de la valla, aun- que nunca le han cuestiona- do la razón de su existencia ni qué hay más allá de los barrotes metálicos, por don- de solo alcanzan a ver el tren que pasa esporádicamente. El tendero confirma la ver- sión de Marcos: la vida fren- te a la frontera es tranquila, tal vez por la vigilancia del lado estadounidense, ya que sólo ocasionalmente ha visto patrullar el sector a la Poli- cía Municipal de Juárez, que "nunca está cuando uno la necesita". Resignado, Abra- ham exhala lentamente un "Sí" cuando se le pregunta si piensa seguir viviendo fren- te al cerco el resto de su vida. "Ya estoy pagando el terreno, entonces yo creo que sí me voy a quedar", explica. 6  MÉXICO Es muy tranquilo aquí, siempre está tranquil. Antes también vivía aquí, pero más arriba. Ni delincuentes ni ilegales, somos trabajadores internacionales". Ø Marcos Almanza, habitante de Anapra. CALMA EN JUÁREZ BEN GERSHOW PAISANOS Hace menos de una década, Ciudad Juárez era conside- rada la urbe más violenta del mundo; la disputa de un pun- to estratégico para el trasie- go de drogas provocó que los asesinatos se contaran por miles. Hoy, desde la periferia del municipio enclavado en el desierto, impera una aparen- te calma. La colonia Anapra está ubicada en el noroeste de Juárez, y es conocida por la precariedad en que viven sus habitantes y su cercanía con la frontera con Estados Unidos. Es un páramo de arena y hierbas que se extiende por varios kilómetros, y por don- de cruzan, del lado estadouni- dense, las vías del tren. Al entrar en el sector de calles de terracería y pendien- tes elevadas se avistan las uni- dades de la Patrulla Fronteri- za de Estados Unidos, vigilan- tes desde lo alto de las colinas al otro lado del cerco. Mar- cos Almanza mira indiferente hacia el horizonte, a la ciudad estadounidense de Sunland Park, en Nuevo México, y dice que aquí su vida es tranquila. Apenas a una metros del patio de su casa, delimita- do por una cerca hechiza de maderas y tubos, se erige una valla metálica de poco más de cinco metros de altura que marca el punto en que se unen México y Estados Unidos. La valla, una estructura metálica cuya construcción se detuvo en octubre del año pasado y fue reanudada en días recientes, sustituye a la cerca de alambre que dividía a las dos naciones desde hacía más de 20 años. Mientras Marcos dice que en ese punto de Juárez es común ver migrantes tra- tando de cruzar la frontera, sobre todo durante las noches y auxiliados por los locales que disponen una escalera para PANORAMA. Fotografía del 16 de septiembre de 2018, que muestra una zona de la colonia Anapra. EN LA PERIFERIA DE CIUDAD JUÁREZ, UN PRECARIO OASIS DE CALMA EN EL DESIERTO este fin, tras él salen curiosos un par de niños a investigar la llegada de visitantes externos. "Es muy tranquilo aquí, siempre está tranquilo", ase- gura Marcos, quien habita en la vivienda más cercana a la valla metálica desde hace un año. "Antes también vivía aquí, pero más arriba", dice mientras apunta en sentido opuesto a la frontera. Aunque este sector de la ciudad, por su lejanía del cen- tro de población, es identifi- cado como un punto proclive al cruce ilegal de personas, el municipio de Juárez no es uno de los más transitados por los migrantes. De acuerdo con datos de la Unidad de Políti- ca Migratoria de la Secretaría de Gobernación del Gobier- no federal, Chihuahua ocupa apenas el cuarto lugar de entre los cinco estados con Puntos Oficiales de Repatriación -el sexto es el Aeropuerto Inter- nacional de Ciudad de Méxi- co-, con los municipios de Juárez y Ojinaga. Según las cifras oficia- les, durante este año han sido repatriadas por Chihua- hua 8.005 personas, frente a 21.154 por Sonora, 39.265 por Baja California y 39.574 por Tamaulipas. Por su par- te, Ciudad de México recibió 8.186 repatriados hasta julio. No obstante, el municipio de Juárez figura entre aque- llos con mayor número de repatriaciones, con un pro- medio mensual de 1.107, con un repunte desde marzo. Por su parte, la Direc- ción de Derechos Humanos

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